Una reclamación por la muerte de un pasajero corpulente

jueves, 31 de enero de 2013

Nueva York – En octubre 2012, Vilma Soltesz, una mujer de 192 kilogramos, murió porque ningún avión quería transportarla.  Ella estaba de vacaciones con su marido en Hungría. Cuando Vilma se puso enfermo, ella padecía ya una obesidad mórbida, una pierna amputada y tenía un complejo cuadro de enfermedad renal y diabetes, la pareja decidió regresar a Estados Unidos.

Lógicamente, Vilma quería regresar a los Estados Unidos con la misma compañía aérea que la había llevado a Hungría, o sea, Delta. Sin embargo, Delta no quiso llevarla de vuelta. Según un portavoz de la aerolínea: “Físicamente, no fue posible embarcarla en el avión, a pesar de todos los esfuerzos realizados hasta el final".  Desgraciadamente las intenciones de KLM y Lufthansa fracasaron también.

A consecuencia de las intenciones fracasadas, la mujer tuvo que regresar a su casa húngara y falleció por no tener acceso a sus tratamientos contra sus enfermedades. Ahora el marido de Vilma acusa a las compañías aéreas y reclama una indemnización de 6 millones de dólares, debido a las  negligencias de las aerolíneas que resultaron en la muerte temprana de Vilma.  Según el marido, si la pareja hubiera llegado a tiempo en los Estados Unidos, Vilma habría recibido sus tratamientos y habría sobrevivido sus enfermedades.  No obstante, KLM destacó que todas las compañías aéreas habían intentado todo lo posible para transportarla de una manera segura.

Pasajeros corpulentes pueden comprar un asiento extra con discuento. Sin embargo, las aerolíneas (todavía) no optan por asientos adaptados. En cuanto a un asiento normal de KLM, el espacio entre los descansabrazos cuenta 43 cm. En el caso de Vilma un asiento extra no surtió efecto.

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